En este año 2011 tuve la posibilidad de recorrer y conocer la zona costera de la septima región, con toda la sutileza que significa ver con mis propios ojos la belleza de paisajes naturales y humanos a un año de ocurrido el terremoto y tsunami del 27 de febrero en el 2010. Pude reconocer, en los testimonios de gentes de los distintos lugares por los que pasé, la preocupación con que ven hacia el futuro. Por una parte la insignificancia del ser humano frente a los fenómenos naturales y por otra parte frente al manejo del pais por quienes tienen a su cargo la llamada recunstrucción.
Muchos lugares se encuentran en el abandono a la esperanza de una reorganización de los espacios comunes en que el desarrollo de las comunidades pueda ser posible. Escuelas, Postas, Centros comunitarios y Hogares particulares que han debido ser desalojados, paralizando en el tiempo las espectativas del crecimiento local para innegablemente enfocarse en la recoonstruccion emocional de cada una de las personas que hacen de un lugar su hogar donde existir y desarrollarse.
Aun asi veo en los niños la dinámica del quehacer en sus juegos de niños, donde construyen con su imaginacion el caracter de todo un pueblo. Sabemos que se tiene que continuar, pero ¿como se hace esto? ¿sabemos cuales son las prioridades? Lo primero que veo es la reconstrucción de caminos capaces de sostener toneladas de arboles en transito, multitud de temporeros en madrugadas, escasos turitas temerosos, jaurias, escombros y chatarra esculturales... Por donde empezar si esperanzados por fuerzas individuales sabremos reconstruirnos.
Respetemos a la naturaleza y su necesidad de desahogo. Para toda esa gente que nos recibió con el corazón abierto.
















































